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miércoles, 25 de enero de 2017

Nueva

Se paró, dio media vuelta y se fue, sin mediar palabra, con una mueca nueva en los labios, pero que supe leer, era concluyente.
            Se fue…sin decir nada.
En
 sus ojos, había agobio, cansancio, para ser precisa, abandono, que olía a naftalina, a estanco.
            El cabello azabache opaco, la piel árida, los pies sin eco, el pecho tatuado por un estigma resignado…un laberinto sin regreso.
            Era casi un fantasma que dolía, con gemidos sordos más graves que un estruendo. Un rayo que se apaga, una llovizna que no cesa, una hojarasca latosa desechada por el viento.
            Ya no tenía halo, ni sombra sujeta.
            Se iba… desvistiéndose de los labios, del encuentro, del sexo…huérfana de los brazos…me dio la espalda…apagó el recuerdo.
            Intenté seguirla…, me apuntó con lo imposible y despertó al miedo. Y aunque se iba derrotada se llevaba atesorado todos los trofeos: la falta, el olor a tormenta, el sabor a pecado, los rincones clandestinos.
            Me quede en el gris de la madrugada, con las manos sudadas y mi boca sin aliento, frente al castigo que me dejaba esa imagen borrada ahora en mi espejo…un bocado ausente de perdones.
            Una profecía cumplida….una soledad nueva e inmortal que me recorre ahora por dentro.



 Corina Vanda Materazzi

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