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jueves, 19 de enero de 2017

Espejo

        Espejo mudo
en la noche evita,
el  fulgor del farol que gruñe
el centello del faro que espía.
Malvado cristal  apagado retrata
el inconsolable vacío
de la sábana siempre extendida.


Corina Vanda Materazzi

Primer Puesto

Desde hace días que me venía rondado en la cabeza la idea de escaparme, para no perder el invicto. Son tan hijos de puta estos turros que son capaces de volver…
Anoche pensé a dónde ir…me moriría por ahí anónimamente, seguramente de hambre.
Acá la comida, a pesar de ser centro de numerosas quejas por parte de todos, es bastante variada y generosa. El primer plato consiste de algo blando, como una sopa, un puré acuoso, o polenta, que viene acompañado de unas pocas verduras al horno, sopladas y sopladas por las enfermeras para evitar gritos incontrolables de los postrados. Luego viene  la carne, cortadita a pedido si uno quiere. Casi siempre pollo.
Ahí viene Dorita, la veo de lejos por el pasillo con el delantal rosa y la cofia. Las piernas parecen las ruedas chuecas de un Fiat 600.
-Acá tiene, tómelas y deje de escupirlas en la maceta de las alegrías que yo  no soy estúpida.
Le pregunto para qué. Dorita se muerde el labio de abajo con los dientes moviendo la cabeza de un lado a otro. Se ríe. Me río.
Dos rojas, una amarilla y otra de sabor horrible, como a durazno seco y metal herrumbrado. Las esperadas visitas de las pastillas me recuerdan  que no estoy  ahí para vivir, sino para morir.
Somos vestigios de vida para pasar a ser elementos de diferentes fábulas. Algunos son pingüinos, otros cocodrilos, muchos osos, pocos peces, leones sin dientes. Una vez vi una mona  que se maquillaba, y otra, un perro que leía a Kafka.
El preludio de la extinción de cada especie es un terremoto. Hay arremolinamientos, empujones, gritos y demás. Lloran al unísono: el que se va y los que participamos como espectadores en diferentes filas. Nos miramos y sabemos que en el minuto del después, los números de la lotería se vuelven a entregar.
El final  se vive como un alivio de posguerra, vuelven los ronquidos sinfónicos y el olvido recorre nuestras venas.
Los que recién ingresan, al principio llenan los fines de semana el comedor con hijos y nietos ¡Son tan molestos! Sus presencias son tan inútiles  como la cantidad de estupideces que preguntan:
-¿Cómo estás?
No hay palabras que puedan reemplazar una buena escupida.
Pero pronto, todos  ingresan a los concursos, mes más…mes menos…
Acá hay dos grandes Torneos.
Los lunes se juega el TC 2000, un torneo de menor envergadura pero muy distinguido. Después de leer los diarios nos juntamos con a hacer la lista de las excusas por las cuales remiten por teléfono  o mail, nuestros hijos y nietos no haber venido durante el fin de semana.
Don Anselmo lleva la delantera.
 Hace tres semanas la hija llamó para que le trasmitieran un gran beso, dijo le era imposible venir porque el Grupón se le vencía y tenía que sí o sí viajar a las termas de Arapey. La semana siguiente insistió con el beso (que esta vez no dijo que fuera enorme) pero  no podía venir  porque aun no se reponía del jet-lag. El fin de semana pasada pensamos que la creatividad se le había agotado y temí que Don Alberto perdiera el campeonato. Clarisa la recepcionista le alcanzó un mail impreso:
“Clarisa: Cómo estás? Espero que bien, te pido le avises a mi papá que me será imposible ir este fin de semana a tomar el té, estoy sin voz. Un horror! El aire acondicionado y el sofocante calor de la calle… el cambio de temperatura viste… En fin. Si necesita algo te pido que me envíes el detalle para hacérselo llegar. Me parece que entre el stress de fin de año y el calor esto viene para largo. Bs Sofía.”
Pero los viernes está el gran concurso: El Nasscar.
Aventuramos quién tiene menos visitas el fin de semana. Nadie hasta ahora logró vencer mi marca. Sigo puntero desde hace un año. Invicto. Ni un solo registro de visita.
 La semana que viene es Navidad… espero no atenten mis hijos de puta contra el único primer puesto que alcancé en mi vida.

Corina Vanda Materazzi

Bon Appetit

Querido amigo lo primero que Ud. tienen que saber es que esta receta (y por qué no otras y todas) deben ejecutarse desafiando la tiranía del reloj y el calendario. Teniendo presente esta insoslayable premisa Ud. tienen garantizado el 99 % del éxito de un exquisito plato. Vale decir que si las ganas lo asaltan un lunes a las 3 de la madrugada tendrá un resultado que no podrá superar cualquier intento que Ud. pueda tener en cualquier otro día y cualquier otro horario pero sin ganas.
Ingredientes:
Abra la heladera realice un saqueo, aunque sea fin de mes y usted crea que no tiene nada. Si tiene algunos años, al menos más de cuarenta, habrá comprobado, que cuando siente que ya todo está perdido y la resistencia flaquea, usted sale pa delante. Usted igual que yo, ya no creemos en los reyes magos ni en el chapulín colorado…pero siempre tenemos aunque creamos que no tenemos nada. Puedo asegurarle que con un durazno fosilizado, dos cebollas tristes, unos dientes de ajo olvidados por algún rincón del reducto, quizás una papa deshidratada y una manzana verde que hace días que reiteradamente es despreciada…usted podrá intentarlo.
El frezzer…ese reducto donde uno suele acopiar proteínas por si las moscas, además de cubeteras que obviamente siempre están vacías cuando el calor aprieta, es una caja de pandora. Aunque uno intenta organizarse para racionalizar el tiempo, este nunca alcanza para roturar lo que allí guardamos. Es probable que ante la pulsión de las ganas y el temor a que esta se convierta en una calabaza, Ud. Revise entre pedazos de piedra congeladas algo más para el futuro plato .No se angustie si en medio de esta búsqueda frenética, no se acuerde cuándo compró lo que va apareciendo: no es alzhéimer, es amigo un síntoma de la vida moderna, un estrago de la sociedad de consumo que nos impulsa a comprar cosas que claramente no consumimos. Es probable que la mayoría de las cosas que vayan sumergiendo como un fénix entre el hielo estén vencidas. Con el pie izquierdo de frente a la heladera arrime el tacho de basura y vaya despojándose de todas esas cosas que ya no sirven para nada. Andar liviano es mucho más cómodo amigo, hacer espacio es sanador aunque el vacío produce vértigo, saberse en ese estado, no lo vuelve más exiguo , por el contrario lo planta más soberano.
Unas patas de pollo por ejemplo rescatadas entre el humo del not frozz alcanzan.
Acto seguido ponga música, es un ingrediente infaltable.
Busque alguna bebida espirituosa…la que halle. Olvídese del protocolo aunque sean las tres de la mañana.
Busque una olla, aunque las suyas, como las mías, estén más para el campamento que para las hornallas relucientes de su anafe de acero inoxidable.
Un poco de aceite es infaltable y no se preocupe por los alimentos congelados y el microondas que no anda, el fuego todo lo puede, no hay con qué darle.
Vaya colocando de apoco y en orden de acuerdo a lo que necesita más fuego, los ingredientes, pero eso si…despacio, recuerde que hemos desterrado la urgencia, las necesidades regladas. Usted está en la cocina que en ese momento es un universo que está conquistando con sus ganas.
Un toque de algo exótico…piense. Estamos de acuerdo que a esa hora es un poco difícil y que el chino está cerrado pero algo habitual en ese contexto puede transformarse en el elemento insólito que estaba faltando.
Un vaso de alguna agua saborizada de naranja es de lo que le estoy hablando.
Pimenta negra, sal, a gusto, olvídese de la hipertensión, hoy nos damos franco.
Tape la olla, si la tapa no aparece, use el ingenio y busque algún reemplazo.
Tome mientras espera esa bebida espirituosa, como un alquimista que aguarda sabiamente la explosión del milagro.
Cuando el ruido crepite dentro del recipiente vaya pispiando y catando.
Pasado un tiempo prudente destape para que se reduzca y se concentren los sabores.
Prenda unas velas aunque Edenor no lo haya castigado.
Sirva en el plato, sí, sin miedo aunque ya sean las cinco de la mañana y el resto de la familia esté a punto de hacer tostadas. Recuerde la cantidad de veces que por coherencias realizadas lo han tildado de chiflado. No tema, nadie va a enchalecarlo.
Deguste un plato hecho con ganas a la hora que se despertaron sus ganas.
Mientras lo saborea piense si no tiene otro gusto, si no sabe memorable….
Piense amigo qué gusto tendría la vida con la puerta abierta a todas sus ganas.

Bon appetit.

Corina Vanda Materazzi

El Fuego

Su origen es remoto y data de miles de años, sin embargo no deja de asombrarnos tras los siglos.
Manipularlo, controlarlo es lo que nos diferencia de l
os animales. Ponerlo a nuestro servicio es lo que también nos convierte en sabios.
El germen siempre es una chispa, que no siempre promete llamas, a veces es tan solo un destello frío que se consume todo el aire de una bocanada y se apaga en tan solo un intento y con una sola lágrima.
Con intencionalidad o sin ella, la naturaleza a veces se solidariza con algo de viento, una leve brisa o incluso un humilde aleteo y esa simple chispa se convertirá en fuego.
La llama nos despierta de algún letargo y nos vuelve faustos, poderosos, invencibles, crédulos, casi perpetuos. 
Creamos fuego, forjamos magia y son posibles unas tostadas, un regio asado, hacer señales en busca de auxilio, reunir a los amigos, nutrir a la familia, criar hijos, construir ladrillos, iluminar los senderos, defendernos de los peligros…
El fuego vive para algo o para alguien que le dé sentido aunque no seamos conscientes siempre de su inicio.
Es un instrumento, es herramienta y a veces arma de doble filo…nos quema y casi muertos nos damos cuenta que agónicos estamos vivos.
Soy una sobreviviente a varios incendios, de esos fuegos descontrolados que abrasan algo que no estaba destinado a consumirse tan rápido y a doler tanto tiempo.
Sin embargo he sido cómplice de los que se inician por accidente, por descuidos que he propiciado, ofreciendo la autoría de finales que por cobardía no me atreví a poner mi propia firma.
Me atrae, me sacude las cenizas de fénix, su olor me incita, su crepitar me anima y en ese instante cuando reconozco el fulgor sé que bastará un leve soplo para que la sangre queme, la piel arda y yo me encienda.
Los fuegos de glotones me crecieron como incendios que no pude controlar, de los que no hui y los que terminé hundiendo en un mar ahogando todas las lágrimas confundidas en el océano.
Es un templo, un desafío que pregunta y me deja muda, hollinada parada y en medio de una nada que me muestra hostilmente su nuca.
He aprendido a recocer algunas de sus aperturas pero siempre tan extenso e infinito me sorprende con alguna variante.
Hoy recibí un mensaje de texto; breve pero suficiente.
Hoy leí una chispa en cuatro letras, y las manos sudaron, y los músculos tensos crepitaron como leña seca.
Hoy leí a un hombre conciso pero hondo.
Hoy leí antes del punto final un soplo, de aliento reiterado , potente y sostenido.
Me pregunto… por el hombre…por el olor a humo…por la llama que empieza a salivar por el suspiro….
Me pregunto antes que se consuma todo el oxígeno…
 
¿Qué hago con el fuego?

Corina Vanda Materazzi