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domingo, 29 de enero de 2017

Un reloj detenido a las once menos cuarto

Alumbra el cigarrillo entre sus dedos, relampaguea entre sus labios. Un plan agazapado entre los escaques, una idea concentrada en el humo que incita al ataque. Hay sueños que compiten: el de  un  peón que sueña con ser dama, una torre que desea golpear con saña las murallas. Una mano arbitraria a las pretensiones de las piezas se alza, apremiada por la aguja que anuncia el plazo. Los dedos sordos, sin embargo, desatienden las gafas que muestran la mejor jugada.

Corina Vanda Materazzi


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