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jueves, 19 de enero de 2017

El Fuego

Su origen es remoto y data de miles de años, sin embargo no deja de asombrarnos tras los siglos.
Manipularlo, controlarlo es lo que nos diferencia de l
os animales. Ponerlo a nuestro servicio es lo que también nos convierte en sabios.
El germen siempre es una chispa, que no siempre promete llamas, a veces es tan solo un destello frío que se consume todo el aire de una bocanada y se apaga en tan solo un intento y con una sola lágrima.
Con intencionalidad o sin ella, la naturaleza a veces se solidariza con algo de viento, una leve brisa o incluso un humilde aleteo y esa simple chispa se convertirá en fuego.
La llama nos despierta de algún letargo y nos vuelve faustos, poderosos, invencibles, crédulos, casi perpetuos. 
Creamos fuego, forjamos magia y son posibles unas tostadas, un regio asado, hacer señales en busca de auxilio, reunir a los amigos, nutrir a la familia, criar hijos, construir ladrillos, iluminar los senderos, defendernos de los peligros…
El fuego vive para algo o para alguien que le dé sentido aunque no seamos conscientes siempre de su inicio.
Es un instrumento, es herramienta y a veces arma de doble filo…nos quema y casi muertos nos damos cuenta que agónicos estamos vivos.
Soy una sobreviviente a varios incendios, de esos fuegos descontrolados que abrasan algo que no estaba destinado a consumirse tan rápido y a doler tanto tiempo.
Sin embargo he sido cómplice de los que se inician por accidente, por descuidos que he propiciado, ofreciendo la autoría de finales que por cobardía no me atreví a poner mi propia firma.
Me atrae, me sacude las cenizas de fénix, su olor me incita, su crepitar me anima y en ese instante cuando reconozco el fulgor sé que bastará un leve soplo para que la sangre queme, la piel arda y yo me encienda.
Los fuegos de glotones me crecieron como incendios que no pude controlar, de los que no hui y los que terminé hundiendo en un mar ahogando todas las lágrimas confundidas en el océano.
Es un templo, un desafío que pregunta y me deja muda, hollinada parada y en medio de una nada que me muestra hostilmente su nuca.
He aprendido a recocer algunas de sus aperturas pero siempre tan extenso e infinito me sorprende con alguna variante.
Hoy recibí un mensaje de texto; breve pero suficiente.
Hoy leí una chispa en cuatro letras, y las manos sudaron, y los músculos tensos crepitaron como leña seca.
Hoy leí a un hombre conciso pero hondo.
Hoy leí antes del punto final un soplo, de aliento reiterado , potente y sostenido.
Me pregunto… por el hombre…por el olor a humo…por la llama que empieza a salivar por el suspiro….
Me pregunto antes que se consuma todo el oxígeno…
 
¿Qué hago con el fuego?

Corina Vanda Materazzi

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